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¿Qué tan cierto es que un perro puede amar?

¿Qué tan cierto es que un perro puede amar?

El afamado científico de comportamiento canino, Clive Wynne, puso a prueba el vínculo especial entre humanos y perros. En su nuevo libro ‘Dog is love’ explica qué tan real es ese cariño.

Durante siglos el perro ha sido considerado el mejor amigo del hombre. En un principio ejecutaba diferentes tareas y actividades como la caza y el pastoreo, pero de un tiempo para acá se ha vuelto una figura emocional importante para los humanos. 

Hoy la relación entre un perro y su dueño puede llegar a ser tan estrecha que incluso supera a la que muchos tienen con otras personas. La razón es que estos animales pueden ser tan incondicionales, amorosos y fieles que es imposible no creer que aman genuinamente a sus dueños. 

Sin embargo, la ciencia ha debatido mucho si estas cualidades tienen que ver con un simple instinto de supervivencia o necesidad, o realmente desarrollan cariño. Y esa es la duda que ha intentado resolver en los últimos años el afamado científico de comportamiento canino, Clive Wynne.

En 2013 el psicólogo inglés fundó el Canine Science Collaboratory de la Universidad Estatal de Arizona, para comprender mejor a los perros y mejorar sus vidas a través de las herramientas de la ciencia del comportamiento.  En su libro más reciente ‘Dog is love’ reúne toda la evidencia que demuestra que los perros realmente aman a los humanos. 

Para ejemplificar, cita un estudio realizado por el Instituto Indio de Educación e Investigación Científica, Kolkata, en el que durante una quincena, los investigadores siguieron a una manada de perros callejeros que dividieron en dos grupos: aquellos que recibían comida y aquellas que sólo recibían palmaditas de extraños. 

Muchos murieron de hambre y fueron abusados rutinariamente, sin embargo, los científicos encontraron algo sorprendente. Los perros que habían sido acariciados se acercaron a los experimentadores más rápido que los que habían sido alimentados. "El contacto humano, claramente es una forma de sustento para estas criaturas", concluye el Dr. Wynne.

En otro experimento simple, el experto Wynne prueba el interés de los animales por estar cerca de los humanos: sentarse en una silla en el medio del círculo, mientras los investigadores rastrean cuánto tiempo pasa el animal dentro del círculo y cuánto tiempo fuera de sus límites.

El experimento lo realizó tanto en perros como en lobos, en una comunidad de Wolf Park en Indiana, donde los lobos son criados y socializados con humanos.  "Los perros pasaron tiempo en el círculo con personas desconocidas, mientras que los lobos lo hicieron con alguien que habían conocido toda su vida", concluyó el Dr. Wynne.

Aunque muchos podrían pensar que esto sucedería igual con otros animales domesticados como los gatos el experto sugiere hacer el mismo experimento en casa con sus mascotas. Será evidente que el felino apenas pasará por el lado de su dueño, lo rozará con la cola y seguirá su camino, mientras que cualquier perro, conocido o no, se acercará a un extraño y se quedará allí por todo el tiempo que reciba cariño. 

"La afinidad de los perros por los humanos se origina en lo profundo de su cerebro", dice Wynne en su libro. "Puede que no sea exagerado decir que los perros están hechos para el afecto".  Para seguir demostrándolo cita un trabajo de Gregory Berns, neurocientífico de la Universidad de Emory en Atlanta. Durante meses, Berns entrenó minuciosamente a un grupo de perros para que se acostaran dentro de escáneres al recibir comida o elogios de un humano. Sorprendentemente, solo dos de los 15 perros en su estudio mostraron más actividad para la comida que elogios.

Sin embargo, su verdadero momento eureka se produjo cuando examinó en un documento la diferencia entre el código genético de los perros domesticados y el de sus ancestros salvajes: los lobos. Descubre que los caninos tienen un ADN similar a aquellos humanos con síndrome de Williams-Beuren.  

“Para ellos, nadie es un extraño. Están entusiasmados con todos y estamos observando que en los perros sucede igual. Su material genético es un signo inequívoco de su preparación para preocuparse por nosotros. La esencia del perro es el amor”, concluye.

Para Wynne el amor, a su vez, es lo que hace que se vean excepcionales y se distingan de todos los demás animales del planeta.

Fuente: Revista Semana

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Dras. Glenda y Clarena Polo Eraso

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